Microrelatos sobre Tendales




Soy un traidor


Siempre me inspiraron los tendales... un tendal es algo así como un bodegón capaz de trasmitir cientos de emociones..: libertad, volatilidad, frescura, limpieza, cotidaneidad, intimidad, organización, pulcritud, belleza, singularidad, paisaje, exclusividad... y tantas y tantas sensaciones que desfilan por mi existencia...

Adopté los tendales como religión... los vivo intensamente como expresión de lo que debe ser la convivencia... me enamoré de su plasticidad... me empapé de su sencillez... sentí el viento que los agita... noté su forma de pasar desapercibidos... me sumergí en su significado simbólico... amarré su cadencia... perseguí su imbricación con el medio... me recargué con la energía de su belleza... me convertí a todas y cada una de sus identidades... gocé con su belleza estética... me refugié en sus intrahistorias... me solacé con las miserias descubiertas...

Pero ahora me siento infiel... he traicionado todas esas sensaciones... he sido absolutamente desleal con tanta belleza... me he convertido en un infame total... he sido ingrato con algo que ha conseguido que afloren en mi tantas emociones...

He comprado una secadora.

La vida en la gran ciudad y todo tipo de condicionamientos han hecho que renunciara a tanta belleza colgada de una cuerda y optara por la tecnología para secar mi colada...

Me siento fatal...



La vaca blanca

Todo estaba absolutamente blanco... quizás porque la pureza imperaba en el ambiente, quizás porque la nieve lo había cubierto todo, quizás porque aquella ropa interior colgada de aquel solitario tendal había sido poseída por la lejía, quizás porque a la luz solar no le había dado tiempo a descomponerse en los variados colores del espectro... El caso es que el paisaje estaba vacuo, la mirada se volvía intensa, todo brillaba en mate, los sentimientos brotaban limpios, la calma respiraba calma... Lo cierto es que el blanco sobre blanco ofrecía un aspecto fantasmagórico, incluso cuando irrumpió aquella vaca blanca...



Esa cuerda

Esa cuerda que podría atar tantas libertades, que podría sujetar tantas ansias, que podría anudar tantos ideales... Esa cuerda raída que podría amarrar un barco a puerto, que podría izar una bandera, que podría empacar kilos de paja... Esa cuerda resistente que podría sacar agua de un pozo, que podría enlazar a un toro salvaje, que podría ser el suelo de un equilibrista... Esa cuerda se extiende ahora entre dos palos y sujeta la colada, perdiendo su tensión, sufriendo por el desaire...



Intimidad al aire


Intimidad al aire... esas prendas pequeñas y normalmente escondidas que tapan las vergüenzas cuelgan ahora de una cuerda sujetas por una vieja pinza dibujando una linea irregular sobre el cielo... tantos placeres ocultos, tanta pasión desenfrenada, tanto palpitar acelerado, tanto sudor empapado, tanto caer apresurado... ahora oxigenan su existencia, con discreción, pero al aire...



El palo y la cuerda


Esta es la historia de un palo y una cuerda. Ambos tenían una relación extraña basada en unas enormes diferencias estructurales que se desvanecían ante una apabullante complementariedad... Eran la rigidez contra la flexibilidad, la dureza contra la blandura, la aspereza contra la suavidad, la altivez contra el desdén... El palo y la cuerda sentían que algo podían hacer juntos, que algo podían aportar a la humanidad... pero ¿qué?... Mientras lo averiguaban, comenzaron un idilio durante el que la cuerda zigzagueaba alrededor del palo, que se mantenía siempre erguido. Más adelante, la cuerda se asió a un extremo del palo, pero cuando descubrieron que se habían convertido en látigo, lo dejaron. Luego lo volvieron a intentar improvisándose a si mismos en rudimentaria caña de pescar, pero tampoco estaban convencidos... Un día, cuando ya empezaban a desesperar, y veían su relación truncada, apareció por ahí otro palo... Tras los primeros recelos comenzaron a probar modelos de relación... y enseguida comprobaron que, en esta ocasión, el trío daba sentido a su existencia. La cuerda se amarró a cada uno de los palos por sus dos extremos, los palos se clavaron en el suelo, y tras un no fácil proceso de tensado, se habían convertido en un tendal dispuesto para albergar ropajes recién lavados en busca de sequedad... La cuerda y los dos palos habían encontrado sentido a su existencia juntos...