En el Carrefour...



Aquel día me tocaba hacer la compra en el Carrefour, como cada lunes. Cuando llegué al hipermercado me dispuse a acometer mi rutina semanal, comenzando por coger un carro de la compra... O mejor dicho, a dejarme coger por un carro de la compra.

Me situé en la cola de los carros, y tras esperar mi turno, vi como llegaba mi nuevo amigo de ese día, una especie de vehículo sin ruedas que avanzaba veloz a una escasa cuarta del suelo, flotando y a gran velocidad. Se trataba de una especie de plataforma voladora que contaba con un espacio para situarse de pie, y que tenía un asa, una especie de barra en la que sujetarme, y con la que manejar el vehículo, y que por delante llevaba una especie de jaula, de grandes dimensiones, en la que ir depositando los productos comprados en aquel moderno supermercado... 

La cosa venia a ser como si de un carro de la compra de toda la vida se tratara, pero a bordo de una alfombra voladora... eso si, con un aspecto mucho más funcional y moderno.

Me subí a mi carro volador y comencé mi periplo por los lineales. Según iba avanzando, apretaba el botón correspondiente al producto que deseaba comprar, y un brazo robotizado lo depositaba presto en mi carro, al mismo tiempo que un sensor leía la información sobre lo comprado (precio, ingredientes, fabricante... etc.) y lo mostraba en una pantalla depositada bajo el asa-volante del vehículo.

Primero pasé por la sección de panadería, donde adquirí unas magdalenas, algo de pan congelado y un paquete de preparado especial de harina capaz de cocinar casi todo en el horno-robot maxiondas que, como todo el mundo, tengo en mi cocina... de ahí pasé por la zona de lácteos, donde apreté los botones de la leche en polvo, los yogures trifidus, y la leche de cacahuete con sabor a canela... 

En cada ocasión, el brazo robotizado de turno esbozaba sus cuidadosos movimientos para depositar en la jaula de mi carro los productos debidamente colocados, como si de un juego de tetris se tratara, no sin antes pasarlos por el escáner de la información...  

Enseguida pasamos a la sección de sopas... Pero en esta ocasión, cuando el brazo articulado se disponía a depositar en el carro un bote de sopa de cebolla instantánea deshidratada... Un fuerte golpe dio al traste con toda la armonía existente en el lugar... Fue algo así como un zarpazo venido de no se sabe donde, que arañó y destrozó sin remedio al brazo robotizado, que dejó caer el bote de sopa, que se rompió para dejar caer su contenido sobre el resto de productos depositados en el carro, que a su vez se descolocaron, convirtiéndose en algo parecido al caos...

Inmediatamente se acercaron raudos al lugar dos vigilantes jurados del establecimiento, a bordo de una especie de segways voladores, súper veloces, sin ruedas, con una especie de asiento en el eje del manillar que les permite maniobrar a la velocidad del rayo... 

Vamos, algo así como las escobas voladoras de las brujas de nuestros antepasados, pero bastante más modernas y con materiales de fibra hiperligeros...

Aquellos hombres se bajaron de sus escobas, quiero decir, de sus endiabladamente veloces vehículos, y preguntaron...

Qué es lo que ha pasado...?  

Pues no sabría decirles, -les conteste.

y continué... - Ha sido como un zarpazo surgido de la nada, pero muy fuerte. Algo invisible ha golpeado duramente al brazo robotizado de la sopa de cebolla deshidratada... Pero no puedo decirles de donde ha salido...

Los vigilantes sacaron un extraño aparato con forma de tableta curvada y comenzaron a sacar fotografías y video de todo, del lineal, del brazo robotizado desmanguillado, del estado caótico de la jaula de mi carro... A la vez que recogían muestras del producto derramado y huellas digitales por doquier... Incluso las limpiadoras que también acudieron raudas en su carro de limpieza flotador, tuvieron que esperar a que los vigilantes terminaran para proceder a limpiarlo todo con su aspirador ultrasónico.

Una vez que terminó su faena, uno de los vigilantes se me acercó y me espetó sigiloso...

Intente recordar, por favor... Cuénteme todo lo que ha visto y lo que no ha visto, con el máximo detalle posible... 

Yo no podía hacer más que balbucear... no entendía nada y realmente no había visto nada... y así se lo hice saber a aquel hombre...

Créame, solo he sentido una fuerza oculta que arrasaba con lo que tenía por delante, pero no he visto nada... Quizás he oído algo así como un "zas" muy potente, e incluso he sentido como se movía todo mi carro, con una especie de temblor que apenas ha durado unos segundos... Y el olor, olía a algo así como si fuera felino... No se, estoy despistado...

Entonces es cuando aquel hombre me confesó... 

Voy a tener que registrar toda esta información. Coincide con la declaraciones hechas días atrás por otros clientes... No es la primera vez que esto pasa. Estamos investigando y siempre pasa con ese carro que usted estaba utilizando... Es muy extraño, pero averiguaremos lo que ocurre... 

Estábamos en estas confidencias, bastante sigilosos, cuando ambos escuchamos un rugido estremecedor, al tiempo que "algo" golpeaba con gran fuerza a una de las limpiadoras a la que rasgo de arriba a abajo su bata, a la vez que destrozaba su carro flotante de la limpieza.

Los vigilantes sacaron sus armas y apuntaron para todos los lados, pero allí no había nada... El golpe había surgido de la nada, el rugido se había escuchado desde la nada, y el pavor de todo el personal que observaba la escena, incluida la limpiadora golpeada, se hacia notar en el ambiente. Es decir, la gente estaba aterrorizada, aunque no llegó a cundir el pánico.

No tardo en llegar la Policia, que acordonó el lugar y nos invito a todos a marcharnos a nuestras casas. 

Yo me fui sin mi compra, y cuando le conté lo ocurrido a mi esposa, ésta me espetó...

Pero mira que tienes imaginación y jeta... No tenías que inventarte tanta historia para decirme que se te olvido pasar por el súper... A saber donde habrás estado, en el bingo? con tus amigotes de cervezas?... En fin...

Yo opté por callar, porque mi historia era verdaderamente rara e inexplicable... Menos mal que una semana después, los investigadores dieron con la tecla y solucionaron el caso, que se publicó con pelos y señales en la gaceta local...

Así que agarré mi tableta, y le mostré a mi esposa la noticia sobre el asunto...:

Aquel carro de la compra, que tenía vida propia, se había cansado de su anodino trabajo que consistía en acarrear clientes de aquel hipermercado, y había decidido pluriemplearse... Así que contactó con un zoológico virtual para alquilar su jaula para alojar a un pequeño tigre que nadie podía ver al estar desintegrado molecularmente... 

Algo falló en el sistema de seguridad del desintegrador, y no solo convirtió al cachorro de tigre en un enorme tigre feroz, sino que éste encontraba ventanas de tiempo en las que golpear con su terrible zarpa lo que pillaba. 

El tigre fue devuelto a su zoológico virtual, el zoológico virtual fue amonestado y multado por externalizar ilegalmente su función de alojamiento de fieras, y el carro volador fue enviado a la chatarra.

Días después me llamaron del supermercado y, tras explicármelo todo y pedirme mil disculpas, me indemnizaron con un mes de compra gratuita y me asignaron de forma fija un moderno carro volador parlante... A día de hoy, es uno de mis mejores amigos.