El hombre de la lluvia



Aquel buen hombre estaba desesperado. Si ya era duro vivir en el ámbito rural, trabajar a la interperie, soportar la despoblación, brear contra la situación económica, aguantar el descenso de ayudas públicas, sobrevivir a los especuladores -que haberlos haylos también en el sector agrario-  y luchar contra la Unión Europea y todo el entramado internacional... que la sequía mas recalcitrante se cebara con la cosecha, se convertía en una especie de puntilla para Fabián, que lejos de arredrarse, decidió pasar a la acción...

Fabián decidió que aquello no podía ser, y que tenía que encontrar la manera de solucionarlo... De esta manera recurrió a la ciencia, y se sumergió en plan rata de biblioteca en numerosas páginas webs que aventuraban sobre soluciones pseudo científicas para provocar la lluvia, con petardos y fuegos artificiales incluidos... aprovechando el rocío mañanero... jugando con los sonidos más o menos estrepitosos... manejando altísimas y bajísimas frecuencias... inundando el cielo de sulfuro de plata... En fin cosas así que son difíciles de ejecutar...

Como no encontró una solución eficaz y sobretodo asumible en lo científico, Fabián optó por explorar la cosa de la taumaturgia, por si en ese mundo encontraba algún resquicio de oportunidad... Así, consultó con un curandero de no muy lejos, se postró como nunca había hecho antes por su condición medio laica ante el San Isidro de la parroquia, elevó oraciones e incluso cánticos a la Virgen de la Ascensión, e incluso invocó a Santa Bárbara, pensando en que incluso si fuera en forma de tormenta, aquel agua no vendría mal... Pero nada...

En esta línea y a la desesperada, Fabián se dejó caer por la capital, acudiendo a un gurú del que había oído hablar con la esperanza de que, desde el mundo de la meditación e incluso la levitación, le aportara alguna idea o fuerza interna con la que afrontar la búsqueda de su objetivo... Y allí, absolutamente entregado a aquel tipo, se sometió a un par de sesiones de no se sabe muy bien qué, con la esperanza de culminar su búsqueda infinita de la humedad aplicada a su cosecha...

Aquella noche Fabián estaba muy cansado, y supuso que su agotamiento provenía del viaje de vuelta y la intensidad de la sesión levitatoria... así que cayó en la cama como un tronco y no tardó casi nada en adoptar un estado cercano al éxtasis, pero entremezclado con una brutal somnoliencia, que era lo mas parecido a una pesadilla tranquila, sin excesos... 

La noche había sido dura, pero se levantó con cierta energía... se aseo, se vistió, desayunó, se abrigó y salió a la calle para ver como pintaba el día... Y allí estaba el milagro... Un nubarrón enorme estaba soltando agua a raudales sobre su casa, sobre su tierra, sobre su vida... Alzó los brazos hacia el cielo y se dejó llevar por un sentimiento de satisfacción inusitado, por un "ya era hora" de esos que hacen que tu peso baje, por una paz que trascendía su corazón y llegaba a sus entrañas, por un viento fresco que mezclado con la humedad daba frío, por una luz que comenzaba a iluminar sus sueños hasta el momento en bruma, por una felicidad sobrevenida que no cabía en su pecho, por un olor a polvo húmedo que formateaba su pituitaria...

Y así se quedó un rato largo, disfrutando de aquello... Y luego otro rato, y luego media hora más, y luego otra media hora... Y así largas horas... Hasta el punto de que ya empezaba a estar algo aburrido y sus terrenos empantanados...

Pero le daba igual, había sido tanta la necesidad que no le importaba mucho su nuevo estado de abundancia acuática... Se fue al pueblo de al lado a celebrarlo, con un grupo de amigos que solía frecuentar y que sabían de su búsqueda... y aquella nube soltando agua, allí que se fue con el, lo que no fue óbice para celebrarlo como se merecía, bebiendo y contando chistes hasta las tantas... Y cuando ya se iba un poco "cargadito" de alcohol para su casa, pues aquella nube que se fue con él sin dejar de fluir líquido incoloro e inodoro a destajo...

Y al día siguiente lo mismo... Aquella nube le acompañaba a cada sitio al que se acercaba soltando ara más agua, ara menos agua, pero siempre mojando... Le daba igual ir a Misa, aunque como hemos dicho era laico, que ir al cine... acudir a trabajar que ir de compras... sentarse a leer en el café de la esquina, que jugar al fútbol con sus panda de amigos... El caso es que aquella nube siempre le acompañaba, y aquella llovizna fina o gruesa, empezaba a meterse hasta sus tuétanos...

Pasados unos días, la cosa empezó a agobiar... Sus tierras empezaron a estar anegadas, con lo que la cosecha se fue al traste... sus amigos comenzaron a no querer quedar con él, porque sabían que terminarían caladitos... sus vecinos empezaron a protestar y pedirle explicaciones por las goteras que empezaban a aparecer... Y empezó a preocuparse...

Volvió a sumergirse en Internet a la búsqueda de oportunidades para su nuevo estado de humedad, y terminó convirtiéndose en una especie de Marco Polo contra la sequía, viajando por doquier allí donde hacia falta agua... 

Así, visitó los más perdidos desiertos creando oasis solo con su presencia, se configuró como una especie de alternativa al regadío allí donde podían pagarle, se buscó como patrocinador a una reconocida marca de trajes de agua de neopreno, hasta que cambio a otra marca mucho más "cool" de gabardinas hiper mega guays... 

En fin, que montó un floreciente negocio mucho más rentable que sus parcelitas en el medio rural, descubriendo que había más negocio en aquella nube que en la agricultura... Y viajando, y haciendo entrevistas, y saliendo en los programas tipo magazine televisivos... 

Hasta escribió un libro que abordaba el mundo del tiempo desde la perspectiva de la lluvia permanente, que presentó por todo el mundo aprovechando que era continuamente reclamado por la ONU para dar conferencias sobre tan húmeda materia...

Y ahí sigue, sacándole partido a la confluencia entre presión atmosférica, la humedad relativa y las precipitaciones por doquier... Incluso tiene un logotipo, que es fácil imaginar... un tipo con sombrero con su nube encima diluviando sin parar... que pone estilo en su línea de moda en chubasqueros, botas de agua y paraguas... 

O sea, una mina, aunque el tipo gaste bastante en Frenadol...