La duda



Aquel tipo, o ser, o engendro, o lo que fuere, se debatía entre dos de las opciones más extremas que se conocen... y aquello podía con él, le mantenía fuera de sí, le atormentaba sobremanera, hacia que sus superpoderes quedaran en nada, convertía su existir en tragedia, añadía no poca  incertidumbre a su curioso e intenso devenir...

Cuando apenas era un bebé, aquel tipo viajaba con sus padres por una perdida carretera cuando se armó una fortísima tormenta que repartió truenos, rayos, lluvia y fortísimas rachas de viento por doquier... al volver una curva, un poste de la luz cayó estrepitosamente sobre el vehículo impactando sobre la parte delantera y propinando sobre él una potente descarga eléctrica que literalmente achicharró a sus ocupantes... 

Cuando otro vehículo llegó minutos más tarde, el conductor, un hombre gruñón y distante, sólo alcanzó a escalofriarse por el desastre y a descubrir, como flotando en una charca al lado del coche accidentado, un capazo a la vez resquemado y empapado en cuyo interior lloraba sin descanso aquel bebé al que recogió, cuidó y adoptó.

Nadie supo jamás cómo aquel infante consiguió sobrevivir al desastre, ni porqué aquella fortísima descarga eléctrica no había hecho efecto alguno en él... O si...

Pasaron algunos, pocos, años... y, siendo todavía un niño, aquel ser comenzó a notar que algo extraño sucedía en él... Jugaba un día por el jardín de su casa, cuando su avejentado y huraño padre adoptivo le reclamó de no muy buenas maneras por una de esas pequeñas picias que suelen cometer los críos... El muchacho decidió entonces esconderse bajo una cama con la intención de no ser descubierto. Como arreciaban los gritos, decidió no respirar para nos ser oído, y así permaneció algunos, muchos, quizás demasiados, segundos... 

Fue entonces cuando comenzó a notar una sensación extraña. Aquel jovencito comenzó a sentir como si su cuerpo se fuera diluyendo, empezando por los pies, y de ahí hacia arriba... Primero en forma de masa densa y viscosa, y luego, a cada momento mas líquida... y así, hasta convertirse prácticamente en agua... eso si, conservando en todo momento la conciencia...

El padre, como intuyendo la presencia del niño bajo la cama, se agachó de repente convencido de que lo descubriría, pero solo encontró un pequeño charco con aquel líquido, incoloro e inodoro, al que apenas dio importancia...

Cuando se fue, el niño, que no salía de su asombro, repitió intuitivamente el gesto de no respirar durante los segundos que fueron necesarios hasta que notó como sus pies comenzaban a cobrar de nuevo consistencia, y luego sus tobillos, y sus piernas... hasta volver a tomar su forma original, su textura original, su ser original...

Salió de su escondite despistado, dejándose cazar y castigar mientras trataba de organizar sus ideas, mientras digería lo ocurrido, mientras decidía si había sido un sueño o un milagro, mientras conseguía a duras penas volver a la realidad.

Pasaron algunos días, y aquel crío no estaba convencido de si quería o no averiguar si todo aquello había sido una fantasía o pasaba a formar parte de su renovada existencia. Lo pensaba a menudo, pero no se atrevía... incluso en ocasiones probó a dejar de respirar durante solo algunos segundos... Pero luego respiraba y no pasaba nada... 

Hasta que un día, jugando por el campo, un enorme y fiero zorro se cruzó en su camino mirándole amenazante mientras gruñía y le enseñaba sus fauces salibando... No se sabe si por pavor o por simple instinto de protección, aquel niño reacciono rápido dejando de respirar, inmóvil, mientras la fiera se acercaba y le olisqueaba... Fue entonces cuando, tras pasar el consabido tiempo, se repitió por segunda vez el milagro... Fue entonces cuando comenzó a diluirse para sorpresa de aquel animal que primero comenzó a caminar hacia atrás, para después huir con el rabo entre las piernas aullando como si no hubiera fin...

Tras volver en si, tras hacerse carne de nuevo, aquel niño terminó de convencerse de que aquello que le pasaba, de que esa nueva condición iba a cambiar definitivamente su vida, para siempre...

Fue entonces cuando empezó a practicar sin descanso su extraña mutación, siempre en secreto al estar convencido de que la fuerza de aquel prodigio consistía en buena parte en que nadie llegara a conocerlo... Y practicó y practicó... Y cuanto más practicaba mas fácil conseguía licuarse... 

Más tarde descubrió que si al hecho físico de no respirar, unía un proceso de concentración mediante el que apretaba su cerebro hacia dentro, conseguía acelerar el trámite... Y practicando se encontró con que podía hacerlo en apenas algunos segundos... Y lo que es mejor, sin ningún efecto secundario...

Aquel tipo, o ser, o engendro, o lo que fuere, fue creciendo hasta convertirse en un hombre hecho y derecho, que estudió Física y Química con la esperanza de encontrar una explicación para su caso, y que utilizó sus poderes siempre que la ocasión lo requería... Para escapar, para pasar, para desaparecer, para ligar, para sortear, para ganar, para medrar, para jugar, para burlar, para espiar, e incluso para sobrevivir...

Aquel tipo había practicado tanto el asunto, que logró perfeccionar la técnica hasta límites insospechados. Ya no necesitaba demasiados segundos para convertirse en líquido... primero aprendió a hacerlo con cinco o seis inspiraciones profundas... con el tiempo logró reducirlas a tres, aunque a costa de tensar hasta el dolor los músculos de la cara... luego lo consiguió con una sola inspiración muy, muy profunda, que conseguía alargar hasta los tres segundos... y finalmente logró hacerlo con una fórmula de su invención que consistía en inspirar tres o cuatro veces muy, muy rápido, en menos de un segundo... y era así cuando el proceso se volvía casi automático, y pasaba del sólido carnoso al liquido sin pasar por ninguna viscosidad en apenas tres segundos...

Aquel ser, comenzó a darse cuenta del poder que aquello le procuraba... En apenas cuatro segundos era capaz de desaparecer licuándose como si nada, y desplazándose por el suelo pasando absolutamente desapercibido...

Pero un día, a aquel engendro, aquel poder que había utilizado para tantas cosas, algunas buenas y otras malas, comenzó a atormentarle... Tenía que sacarle partido a aquello y no sabia como hacerlo... 

Si lo utilizaba bien, podría convertirse en un superhéroe, podría salvar vidas, podría ayudar a la humanidad haciendo cosas que nunca nadie había hecho, pasando por lugares por los que nunca nadie había pasado... Podría convertirse en el quinto fichaje de los Cuatro Fantásticos, y no solo protagonizar películas de acción, sino poner sus superpoderes al servicio de los más desfavorecidos, de las causas más justas, del bien de la humanidad.

Si lo utilizaba mal, podría acumular mucho poder, y riquezas innumerables ilegítimamente adquiridas... Podría delinquir y nunca ser capturado, y si era capturado, siempre podría escapar con cierta facilidad... Podría colarse donde quisiera y observar de primera mano los más oscuros secretos... Podría, en fin, obtener ese omnipotente poder, un poder que le haría ser temido y nunca doblegado....

Se trataba de una duda cruel, una duda tormentosa, una duda que le llevaba en ocasiones hasta la esquizofrenia... Y lo peor era, que cuando se volvía liquido, esa duda le perseguía... 

Aquel tipo, o ser, o engendro, o lo que fuere, no sabia que hacer...