Almuerzo en familia



-Bendice Señor estos alimentos que vamos a tomar por tu misericordia, y bendice a quienes los han preparado, da el pan a los que tienen hambre y hambre de justicia a los que tienen pan. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor... Amén.

... Y tras esas palabras que siempre repetía aún conociendo cierto desdén por parte de la mayoría de la familia, Miguel Ángel daba por iniciado el proceso del almuerzo en familia, sobre todo teniendo en cuenta que este era uno de los pocos días en los que se reunía toda la familia con cierto orden y concierto.

Miguel Ángel era un tipo conservador, bastante religioso, aunque no había llegado a abrazar los designios de la Obra. Trabajaba como director de operaciones en una gran empresa de transporte y a duras penas había ido llevando por el carril que él creía más adecuado a su familia. Era hombre de costumbres, y siempre intentaba imponer ciertas rutinas que creía fundamentales... y un almuerzo en familia, sin televisión, y con una formalidad que rayaba lo decimonónico, era una de esas rutinas que él intentaba que fueran, al menos, semanales.

-Buenos hijos, contadme como os ha ido la semana, ¿habéis tenido muchos exámenes?... Juan, no empecemos a jorobar ya... ¿Con quién hablas ahora por teléfono...? Bueno, hablar o chatear, o lo que sea...

Juan es el hijo mayor de esta atribulada familia, tiene 23 años y está terminando la Carrera de Informática, que lleva perfectamente con unas notas estupendas. Pero lo que destaca en él es que se ha convertido en una especie de friki de los aparatos tecnológicos y se pasa el día chateando con sus compañeros de Universidad sobre proyectos a veces fantásticos, pero en ocasiones atolondrados... Ahora estaba en medio de un proceso creativo con su grupo más cercano y no podía parar...

-Perdona papá, pero es que estamos con un programa muy complejo y necesito explicarles a mis compis cómo programar un código fuente que evite la introducción de un gusano, y solo yo tengo los comandos que necesitan, y los necesitan para ya...

-Ya, pero... Oye, Laura, sabes de sobra que no puedes conectar con tus amigas cuando estamos en la mesa...

Laura es la típica adolescente insoportable... Con 16 años, vive para y por sus amigas, y amigos, todo hay que decirlo... Pero ahora está más obsesionada con el grupito de amigas que forman una pandilla ideal de niñas súper monas, súper pijas, pero sobre todo, súper conectadas. Es muy mona y estudiosa, y tiene cierto carácter, pero en este momento ha sucumbido al grupo y no puede pensar en otra cosa.

-Jo, lo siento papá, pero si no contesto esto ahora me voy a quedar fuera de juego... Vamos a ir a una fiesta esta noche, a la que mamá me ha dado permiso para acudir, que quede claro, pero es muy importante que nos pongamos de acuerdo en qué nos vamos a poner, porque si no puedo hacer él ridículo... y seguro que tú no quieres que tu hijita haga el ridículo... ¿a que no...?

-Claro que no hija, pero podías aplazar esta tremenda decisión para después del postre, ¿no te parece?... Albertito, leñe, deja ese aparato ahora mismo...

Albertito era el benjamín de la familia... Se trataba de un crío de 10 años, muy espabilado, con una larga melena que ponía de los nervios a su padre y le hacía discutir a menudo con su esposa, y que sin serlo tenía bastantes puntos para ser hiperactivo... Admiraba a su hermano y sus cuitas informáticas, y trataba de emularle dándole fuerte a los videojuegos... En realidad era un crack de algunos videojuegos...

-Perdona papá, pero es que estoy compitiendo con gente de otros países lejanos y esta es la hora de la prueba final... Me he preparado mucho para ser bueno en este juego, y ahora no voy a fastidiarla por no responder cuando tengo que responder... Además, que sepas que voy casi ganando, y me ha costado mucho llegar a esta puerta... Porfa, déjame seguir, que si no perderé todo lo que he conseguido hasta ahora...

-Así no hay manera, Aurora, tienes que hacer algo... Pero Aurora, deja el móvil, por favor, que ese no es precisamente el ejemplo que hay que dar, y lo sabes...

Aurora es bastante más moderna que su marido aunque podría no parecerlo... Se ha pasado la vida criando a sus hijos, sacrificándose por ellos y sin trabajar, lo que ha hecho de ella una típica mujer insulsa, que se dedica a quedar con sus amigas para asuntos ociosos, una vez que los críos han demostrado que tienen vida propia y pasan bastante de ella, incluso el pequeño, al que trata sin éxito de controlar un poco más...

-Perdona papá, pero es que esta tarde he quedado con mis amigas para acudir a aquel evento del que te hable... Si, si, el que organizaba aquella ONG de mi amiga Lourdes, la mujer de José Luis, y que recauda alimentos para los niños necesitados, y estamos organizándonos por Whatsapp para ver qué hemos que hacer y llevar cada una... Tranquilo que enseguida acabo...

-Joder Aurora, así no avanzamos nada, te entiendo perfectamente y sé que estás volcada con esta ONG, pero en la mesa no... que sabes que lo llevo fatal... Pero Doña Brigida, usted también, no me jorobe hombre...

Doña Brígida era la suegra de Miguel Ángel. Era una señora, muy señora, viuda de un juez de alto copete, que quería vivir sola, pero habían decidido que no era lo más prudente debido a que en ocasiones se le iba la cabeza... Tenía un grupo de amigas con las que salía a jugar a las cartas en el Casino de la ciudad, y había descubierto hace poco que con un sencillo smartphone podía conectar con ellas, más allá de su tarde de juego...

-Perdona hijo, sé que esto te lleva los demonios, y lo entiendo... Yo misma no lo entendía hasta hace unos días... Pero este grupo de chaladas que son mis amigas han decidido que conectemos así para quedar, y no me ha quedado otra que comprarme un teléfono moderno de estos, para no perder comba... Y claro, me estoy haciendo con él y no te creas que es nada fácil...

-Oscuas, esto es lo último... Hasta Doña Brígida ha decidido pasar de todo y boicotear la comida familiar... Que yo sé que no lo hacéis a posta, pero esto no puede ser... Dejadlo ya, por favor... Cortad todos el puñetero aparato...

-Si papá, ahora mismito...

-Ya, pero aguanta un segundo que contesto esto...

-Jo, papi, un minuto que solo me queda una prueba...

-Ya, ya, llevas razón, pero ahora no puedo dejarlo, espera que conteste esto solo...

-Vaya por Dios, ahora que le tenía cogido el truquillo...

-Se acabó, no estoy dispuesto a soportar esto...!!!

Entonces Miguel Ángel se levanto de la mesa, cosa que nunca hubiera hecho en pleno segundo plato, y se fue al despacho donde tenía un arma secreta, un aparato que un día decidió comprar por Amazon después de una comida parecida a esta... 

Se trataba de un inhibidor de frecuencia, de los que usan las fuerzas de seguridad, y que él había conseguido gracias a la recomendación, previa consulta, de la gente del área de informática de su compañía. Le había costado un poco caro, pero estaba convencido de que merecía la pena, aunque por prudencia no lo había usado todavía...

Lo encendió, y se volvió a incorporar en la mesa, con una sonrisa de oreja a oreja que desconcertó a los suyos, que al principio no relacionaron sus problemas de cobertura con el hecho extraño de que el progenitor se hubiera levantado de la mesa...

Entonces fue cuando Miguel Ángel repitió de forma lacónica, con una sonrisa contenida, y como si de un deja-vu se tratara, aquello de...

-Bueno hijos, contadme como os ha ido la semana, ¿habéis tenido muchos exámenes?...