Chantaje


A Diana, la recepcionista, no le gustaba nada aquel cliente que llegaba acompañado cada miércoles, y a pesar de regalarle su habitual mohín de niña buena, desconfío del todo cuando en esta ocasión llegó solo y reservó varios días.
Ya de noche, numerosas llamadas a recepción de aquel hombre, sin mucho sentido, terminaron por mosquear a la joven, que decidió actuar.
Tras una de aquellas llamadas, le sugirió vagamente que estaría a las doce de la madrugada en el cuarto de la ropa sucia. Y allí acudió, pero acompañada de un viejo amigo que la pretendía hace tiempo y con quien se entregó a la pasión minutos antes de esa hora.
Aquel hombre acudió sigiloso a la supuesta cita, pero cuando abrió la puerta y vio a Diana acompañada, optó por sacar su móvil y grabar lo que allí estaba sucediendo.
Enfadado con el engaño, y frustrada por el momento su libidinosa intención, ahora solo le quedaba darle forma al chantaje.