¡¡¡Ayyy...!!!



-¡Ayyy!... puede usted estarse quieto y no aprovecharse...

-Señora, no es lo que parece, pero tiene que hacerse cargo de la situación.

-Qué asco... esto es insoportable...

-Pues a mi me parece divertido.

-Vaya por Dios, me ha tocado la gorda... lo que daría por estar en el lugar de aquel viejete... si, el que está junto a la maciza de la derecha... el hombre es muy bajito y su nariz queda prácticamente a la altura de su enorme pechera...

-Pues yo creo que el pobre está agobiado, parece que no puede ni respirar.

-Que va, mira su sonrisilla... otra cosa es aquel chaval, que se lo está pasando pipa restregándose con la madurita.

-¡Ayyy...!!! Oiga, ni se le ocurra volver a poner la mano ahí, que le voy a dar...

-Me va a decir usted cómo, si tiene sus brazos aprisionados.

-¡¡¡UUUUyyyhhh...!!! Lo siento, de verdad, créame que no se cómo evitarlo...

-Será cerdo... mira, vas a tener que relajarte, majete... que no estamos para tontunas...

-¡Mi niño...!!! que se ahoga... el pobre no puede respirar...

-Fíjate, ese crío si que sabe, tiene su cara a la altura del potorro de la morenaza... y su madre quejándose...

-Perdona, pero no es mi intención apretar por ahí... lo siento, de verdad... no sé cómo hacer para mantener la distancia.

-No te preocupes, me hago cargo, puedes pegarte a mi todo lo que quieras...

-Pero es un poco violento, no me gustaría que pensaras que...

-Te he dicho que no te preocupes... es más, podías intentar girarte un poquitín para quedar totalmente de frente a mi, que ahora me estás haciendo un poco de daño con tu cadera...

-Pero entonces quedaríamos demasiado...

-Te he dicho que te gires, coño, que va a ser mucho mejor, te lo digo yo...

-Oigan... noto la palma de una mano en mi nalga derecha... ¿quien de ustedes está maniobrando ahí abajo...?

-A mi que me registren, yo vengo con mi mujer...

-Ya... pero podrías ser tú perfectamente, que te conozco, que nunca te has cortado un pelo para estas cosas...

-Bueno... discutan lo que les parezca... pero esa mano sigue en mi culo y además, moviendo los deditos con un descaro pasmoso... ¿no será usted...?

-Pues va a ser que no jovencita, piense que a mi edad tengo una artrosis bastante atenuada...

-Pues si no es ninguno de estos señores, solo quedas tú, mona...

-Jo, lo siento, no pude resistirme...

-Vaya por Dios, ni se sabe la gente que hay aquí, y me tenía que tocar a mí la lesbiana...

-No proteste tanto señora... El caso es quejarse...

-¡Ayyy...!, mi niño, que ya no dice nada... Se habrá ahogado....?

-Que va... Seguro que está disfrutando un montón allí abajo...

-Este negro huele un poco raro, pero a cambio tiene algo por ahí abajo que parece fantástico, y está justo a la altura de mi trasero... No sé si chillar, callarme o intentar darme la vuelta...

-Déjese de vueltas jovencita, que puede que se descoloque todo y no me apetece frotarme con el negro de frente...

-Es usted un racista... Esta gente tiene derechos...

-Ya, pero yo prefiero los izquierdos... Así que al negro se lo traga usted... o sea, que ni se mueva...

-Mira aquellos dos... Se están dando el gran lote... Así, a lo tonto a lo tonto...

-O a lo listo, diría yo... Porque de no conocerse..., cómo se están poniendo...

-Parece mentira, en un lugar público y con tanta gente alrededor...

-Pues a mí me parece súper romántico... Que surja el amor en un sitio así de asqueroso no deja de ser bonito...

-Pues espero que se corten un poco... por el niño, y por los demás, que andamos aquí rozándonos con desconocidos...

-El niño ni se entera... el pobre está a lo suyo ahí abajo... Por cierto, no ha vuelto a protestar, o se ha ahogado, o le está gustando al pillín...

-Jooo... Estoy empezando a tener mucho calor... Y no veo la manera de quitarme ropa... Podías intentar desabrocharme los botones de la camisa...

-Me da un poco de vergüenza, no sé qué decirte...?

-Es que me asfixio, en serio... Mira a ver anda... Oye, que eso no son los botones de la camisa, sino los de mi pantalón vaquero...

-Ahhhh?... Es donde me coinciden las manos..., espera a ver... noto aquí una cosita muy durita...

-Relájate un poco, que la liamos... Una cosa era abrirme la camisa para refrescar y otra es este jueguecito... Que sabes que enseguida me pongo...

-Pero si llevas puesto un buen rato... Espera a ver... Tú disfruta, que nadie se va a enterar...

-Joder, como mola... pero para, anda, que la vamos a liar... Oye ten cuidado con el anillo, que me vas a arañar y no es plan...

-Como el anillo...? Pero si no llevo...!!!

-Entonces...?

-Mira la vieja... Parecía tonta y pulcra, y te está metiendo mano aprovechando la confusión... Quite la mano de ahí, vieja viciosa...

-Ufff...!!! Qué calor...

-El niño no respira... Pobre... Y el hombre aquel parece que tampoco, tiene la nariz aprisionada justo entre las tetas de la buenorra...

-Sigue, no pares ahora...

-Que no, que no soy yo... ¿A ver si la vieja se ha quitado el anillo...?

-Dejen de morrear hombre, que no somos de piedra...

-Pues tienes unas manos muy enérgicas para ser chica...

-Patapam...!!!

-Hala... todos descolocados... Ahora que nos habíamos acostumbrado a los que tenemos al lado...

-Patapamchinpum...!!!

-Tranquilos todos... Ya estamos aquí... Vamos a sacarles a todos con cuidado... Esto ha acabado...

-Vaya por Dios...!!!

-Por fin...!!!

-No, ahora no...!!!

- ¡Ayyy...!!!

Ayer y hoy



Aquel hombre parecía cansado, caminaba lentamente, como obnubilado, como perdido, como abandonado, como ensimismado... con la mente puesta en otro sitio, con el alma cedida al infinito, con su ser revocado, con su aura minimizada, con su entender perpetrado y su saber suspendido...

Aquel hombre, ya maduro, mantenía su identidad secuestrada, su experiencia rebosante y prisionera a la vez, su ánimo caído y entonado por ciclos, su realidad prolija e idealista siempre repleta de avidez, su ambiciosa creatividad tornada en desinterés... 

El innovador estaba seco, el impulsor parecía retraído, el optimista pensaba en negro, el creador sentía su cerebro vacuo, el soñador pisaba la tierra con fuerza inusitada, el progresista se agarraba a todo lo reaccionario, el revolucionario se sentía inmovilista, el decidido se mostraba abúlico... 

Aquel hombre todavía era responsable de diseño de una compañía líder en la fabricación de herramientas multiuso. Había aprendido el oficio en Suiza, donde había emigrado de joven, y allí había desarrollado toda su carrera profesional en Victorinox, la conocida marca que empezó fabricando cuchillos para el ejército suizo y acabó creando un imperio en torno a una pequeña navaja multiherramienta de la que fabricó decenas de modelos, buena parte de ellos diseñados por nuestro protagonista. 

Con el tiempo, fue fichado por una empresa de Albacete que compite seriamente con los suizos a base de novedades multiusos adaptadas a diferentes profesiones, países, identidades y culturas... Aquí, creo piezas maestras como la que aglutina herramientas cortantes en los dos mangos de un alicate de punta, que luego copió una multinacional norteamericana... O esa otra que juntaba en torno a un pequeño mango, hacha, martillo y alicate, además de los consabidos destornilladores y hojas cortantes varias... 

Pero sus épocas de gloria estaban acabando... Atrás quedaron apariciones estelares en grandes películas de aventuras de Hollywood, o en aquella conocida serie televisiva con MacGyver como protagonista; aún recordaba con gusto aquellas ventas marketinianas a unidades de élite de diversos ejércitos y fuerzas de seguridad, e incluso la presencia de uno de sus productos en una misión de la NASA, cuando el hombre empezó a conquistar el espacio... 

Ahora, aquel hombre estaba presionado, noqueado, comprimido, aplastado, exprimido... 

No es que su mente anduviera en blanco, no es que no fuera capaz de sacar lo mejor del lóbulo derecho de su cerebro, no es que el mundo se hubiera vuelto contra él y contra su potencialidad creadora, no es que sus neuronas se hubieran vuelto perezosas, no es que el tiempo estuviera haciendo mella en sus dotes innovadoras, no es que estuviera cansado, que lo estaba... Es que el mundo estaba cambiando... 

La competencia arrasaba, la modernidad arrasaba, el entorno arrasaba, el modelo de negocio arrasaba, el neuromarketing arrasaba, la globalización arrasaba, la simplicidad arrasaba, el pragmatismo arrasaba... Y sobre todo, las nuevas tecnologías en estado puro arrasaban... 

Nuestro hombre lo veía venir, pero poco... había incorporado determinadas innovaciones, pero demasiado tímidas... había hecho algunas apuestas, pero escasas... había realizado múltiples concesiones a la contemporaneidad, pero siempre insuficientes... 

De tal forma, que la incorporación a algunas de sus creaciones de un conector USB, de una micro grabadora o de un puntero láser, habían llegado tarde y mal... Y lejos de constituirse en innovaciones relevantes, se habían convertido en adaptaciones desesperadas, intentos vanos, actualizaciones erráticas, apuestas ridículas, negocios maltrechos, prestigio bajo mínimos... 

Así las cosas, en la compañía decidieron contratar a alguien más acorde con los tiempos, más joven, más locuaz, más veloz, más contundente, más adaptado a las nuevas tribus urbanas, más decidido, más imbuido de la cosa tecnológica, más hiper conectado, más moderno, más relacionado con el mundo actual, más pujante, más centrado, más eficaz... 

Se trataba de un joven millenial que se había formado en diversas universidades americanas y que, pese a su corta edad, acumulaba experiencia en compañías punteras como Google, Apple o Samsung... siempre en él área de innovación... Su misión: crear nuevos productos multiherramienta que permitieran hacer convivir las clásicas herramientas navajiles con otras más adaptadas a los tiempos, como conexiones Bluetooth, grabación de vídeo 4K, interacción con YouTube o láser cortante y punzante... y todo ello en el menor tamaño posible y a un precio razonable... 

Nuestro hombre estaba superado, aterrorizado, embargado, cohibido, triste, meditabundo, hundido... y no sabia que hacer... No sabía si tratar de imponerse o desaparecer, si intentar ningunear al joven o sucumbir ante él, si cuadrarse ante la dirección de la compañía o simplemente dimitir, si plantarle cara a todo o dejarse llevar, si luchar o navegar, si crecerse o abandonarse... 

Y es que, aunque desde la dirección de la empresa se lo habían sugerido e incluso exigido, era tan difícil hacer convivir lo viejo con lo nuevo, la tradición con la modernidad, lo de siempre con lo que viene, el ayer con el mañana, lo manual con lo etéreo, lo simple con lo simple basado en lo complejo... 

Nuestro hombre terminó por jubilarse, pero le quedaba una pequeña venganza... Mientras que él había desarrollado prácticamente toda su vida profesional en aquella compañía, creando, innovando, desarrollando... la velocidad de los tiempos haría que la vida profesional de aquel joven que le había sustituido, quizás fuera corta, muy corta, a lo peor, extremadamente corta... 

Aunque él ya no estaría ahí para verlo...

Un superhéroe en su salsa

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Magia magrebí



El Land Rover avanzaba rápidamente por la indómita pista que conducía hacia Ouarzazate, una ciudad del sur de Marruecos más conocida como "la puerta del desierto", y cercana a las montañas de la montaraz cordillera del Atlas. En su interior viajaban dos familias que formaban parte de un grupo de turistas, o viajeros, según como se mire, que compartían comitiva con otros tres vehículos todoterreno.

Junto a la ventanilla derecha de la parte de atrás de aquel bronco automóvil viajaba Alicia, una jovencita de apenas 19 años, cuyo lánguido rostro, mezcla de un toque infantil y una especie de tristeza interior, aderezadas con algo de aburrimiento; permanecía terso merced a unos ojos brillantes que llevaba muy abiertos, como escudriñando la cuneta a la vez que se solazaba con el impresionante horizonte, teñido de rojo por un atardecer de estos que cautivan.

Alicia permanecía aislada, disfrutando del paisaje y de aquel atardecer entre bote y bote, pero pensando en una docena de cosas que le alejaban de allí, y muchas de las cuales le hacían proyectar melancolía, una especia de aflicción de la que su padre, que viajaba en el asiento del copiloto, se había dado cuenta, pero sobre la que había decidido no actuar... al fin y al cabo estaban de vacaciones y la idea era disfrutar del momento y no sufrir con los problemas asociados al día a día en Granada.

Con esta tesitura como compañera de viaje, la comitiva llegó a la ciudad y se dirigió hacia el alojamiento que habían reservado. Se trataba del Riad Dar Ksar, un pequeño y lujoso hotel regentado por una familia local y ubicado en pleno centro de la ciudad, junto a una de las mezquitas principales cuyo minarete era el más alto, hasta el punto de servir para configurar el particular skyline de la apretada urbe.

Se trataba del hotel más bonito, exótico y autóctono de cuantos Alicia había conocido hasta el momento, y por eso desde que alcanzaron su fachada no había dejado de fisgarlo todo, hurgando con la mirada cada rincón y rebuscando en cada detalle que conformaba una recargada decoración, al más puro estilo bereber. También su pituitaria se dejó encandilar, y dedicó un tiempo a desencriptar una amalgama de olores que se agolpaban en el ambiente... Y eso por no hablar de los sonidos que llegaban a sus oídos con una mezcla de ecos y chirridos diferentes a todo lo que había escuchado hasta el momento... En fin, que Alicia tenía todos sus sentidos alerta, mucho más si cabe que cualquier otro foráneo de los que andaba por allí...

Entre tanto descubrimiento sensorial, Alicia había dejado de pensar en sus pequeños problemas cotidianos y permanecía alerta sobre todo con lo que se iba tropezando por ahí... Y fue justo en esa búsqueda de novedad cuando, durante la cena, reparó en Faatin, que en árabe significa "cautivante", y que era una joven sobrina de los dueños del Riad, que con solo 16 años ayudaba en los trabajos relacionados con la limpieza de las habitaciones y ocasionalmente servía a la hora de cenar o desayunar.

Faatin era realmente hermosa, con un bonito cuerpo siempre envuelto en ropajes que cubrían unas exquisitas curvas, y una tez oscura con unos impactantes ojos verdes, que hacían que su mirada fuera capaz de cautivar a cualquiera, haciendo honor a su nombre. Sin embargo, anclada en una mezcla de dulzura y sumisión, apenas si miraba fijamente a nadie, ya fuera por timidez, por autoprotección o simplemente por supervivencia... 

Pero con Alicia era distinto, sus miradas se habían entrelazado en diversas ocasiones, y apenas sin haber cruzado palabra, ambas habían notado una complicidad curiosa que estaba por eclosionar...

Así las cosas, y tras algunos escarceos sensoriales más o menos tímidos, la granadina terminó por recibir un misterioso mensaje de Faatin, escrito en un papel tipo estraza en el que le decía... "Esta noche, a las 12:00, en la terraza... pero nadie puede saberlo".

Alicia se sorprendió cuando leyó aquella misiva que le dejó entre dudosa y a la expectativa. Había notado mucha tristeza en la cara de aquella adolescente, sabía que algo extraño y no muy bueno podía estarle pasando, y atisbaba que iba a pedirle ayuda de una u otra forma, una ayuda que no estaba segura de saber cómo ofrecerle... Así que esperó con cierta impaciencia a que llegara el momento, y con todo el sigilo del que fue capaz trepó una vez llegada la media noche por las oscuras y empinadas escaleras que llevaban hacia la terraza.

Una vez allí, observó todo lo que había, que estaba protagonizado por tres largos tendales de los que colgaban todo tipo de ropajes, pero sobre todo, toallas y sábanas que conformaban una especie de cortinas irregulares que invitaban al juego, un juego que podría resultar especialmente mágico al estar todo el ambiente dominado por una gran luna llena que lo aclaraba todo ostensiblemente, y por aquel minarete que emergía con absoluto predominio por uno de los lados de la inhóspita terraza.

Alicia permanecía allí, disfrutando de aquel fascinante entorno mientras pasaba su mano sobre las ropas colgadas, cuando apareció Faatin, absolutamente sigilosa, tanto que pese a la espera, consiguió sobresaltar a la española.

Faatin pidió perdón a Alicia por el sobresalto, para invitarle a continuación a sentarse juntas sobre un montón de sábanas y toallas almacenadas en un gran cesto, que formaban una especie de camastro sobre el que se sentaron una frente a otra, con las piernas cruzadas e iluminadas por aquella luna que parecía embrujarlo todo.

Entonces, tras pedir disculpas por su osadía, la joven árabe comenzó a contarle a Alicia su pesaroso devenir, marcado por las terribles dificultades de ser mujer en aquel país, y centrado en su inminente compromiso matrimonial, pactado por sus padres, con el hijo de una familia acomodada, pero al que no amaba. Faatin relató detalladamente su pesar durante largo tiempo, destacando que no podía soportar estar con alguien al que apenas conocía y desde luego no quería, que también acudía obligado a ese matrimonio, y concluyendo que había decidido no acceder al deseo familiar, aunque no sabia de qué manera ser fiel a esa decisión.

La química entre las dos muchachas enseguida hizo reacción, y la conversación derivó hacia un cúmulo de preguntas y respuestas atropelladas plagadas de sorpresa, indignación, miedo, dolor, comprensión, compasión y despecho. En esto que, entregadas en esa euforia emocional e impregnadas por la calidez de la noche, descubrieron que estaban compartiendo un sentido que no habían advertido hasta el momento... El del tacto...

Alicia, por puro acercamiento hacia aquella nueva amiga, le había rozado la mano en algunas ocasiones, y además, había recogido con el dedo alguna lagrima fugaz que a Faatin se le había escapado en el transcurso de su relato... Estaban en esas, cuando tras un sollozo desconsolado de la árabe, la española se abalanzó sobre ella para abrazarla y sujetar de esta manera sus sentimientos desbocados. Un abrazo amistoso, que derivó sin saber muy bien cómo, en un beso de consuelo en la mejilla... tras el que, una vez juntas piel con piel, llegó un estremecimiento compartido que hizo que, de forma inusualmente instintiva, ambas deslizaran pausadamente su mejilla por la de la otra, hasta acoplar las comisuras de sus labios.

Una especie de sacudida se produjo entonces entre ambas muchachas... Y fue Alicia la que decidió traspasar la raya, besando muy suavemente a una Faatin petrificada en un primer momento, pero que supo reaccionar dando rienda suelta primero a sus labios, y luego a su lengua, que jugó húmeda y parsimoniosamente con la de la joven española, haciendo de aquel contacto algo inusitado y placentero a la vez... 

Así continuaron durante algunos minutos, tras los cuales, Alicia se decidió a desplazar su mano derecha por el cuerpo de la marroquí, primero sobre sus ropajes, y más tarde incrustándola entre ellos hasta tocar su cuerpo duro y algo áspero... Sus suaves dedos se pusieron entonces a la tarea de recorrer despacio y temblorosamente el tronco de Faatin, que por el momento permanecía inmóvil, sin apenas respirar, como petrificada, pero tornando su piel en gallinácea y sintiendo una especie de leves y deleitosas descargas a medida que las yemas se deslizaban siempre pausadamente de abajo arriba.

Cuando Alicia decidió llegar hasta los pechos de la magrebí, pudo sentir la turgencia de unos pezones que destacaban sobre unos senos no muy grandes, pero perfectamente dibujados... Y tras entretenerse por ahí algunos segundos comenzó a deslizar su mano, siempre lentamente, hacia las profundidades de un cuerpo que había visto cómo sus ropajes caían sedosamente, sin saber muy bien como.

Tras algunos segundos más, Faatin decidió salir pausadamente de su inmovilidad, envuelta en placer pero también en deseo, y sus morenos y rudos dedos comenzaron a explorar los mismos territorios de Alicia, en los que ella había flotado momentos antes, con parecidos movimientos, con idénticos recorridos...

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Jaweed era un crío muy alegre y algo travieso. Con solo nueve años, era el hijo pequeño de la familia propietaria del Riad, y le encantaba jugar, a pesar de que no le gustaba demasiado socializar con lo otros niños de su edad a los que consideraba muy aburridos. Su nuevo juguete consistía en una gran caja de madera en la que había instalado, a base de imaginación, un hábitat ideal para cuidar de unos nuevos e inéditos amigos: una docena de caracoles que había recogido días atrás, junto al arroyo que atraviesa la ciudad.

En la caja había de todo para la observación y disfrute de aquellos pequeños moluscos terrestres, desde turba para fijar el suelo, hasta hojas de acelga sobre las que deambular y yantar, pasando por piedras y pequeños troncos para dotar a dicho microcosmos del mayor realismo posible. Como la caja tenía ciertas dimensiones que la hacían poco manejable, Jaweed decidió ubicarla en la terraza, donde podría subir a testar la evolución de sus mascotas sin que nadie le molestara. 

El caso es que el chaval había aprendido, más por experiencia que por otra cosa, que aquellos animalillos permanecían prácticamente inmóviles durante el día, para salir de sus caparazones y avanzar, a su ritmo, pero avanzar y deambular al fin y al cabo, cuando la jornada se oscurecía... y por eso, casi cada noche salía a hurtadillas de su habitación para acudir a la terraza del edificio y recrearse con los flemáticos paseos nocturnos de aquellos bichos arrastrando su caparazón.

Pero esa noche, el objetivo de su curiosidad fue otro. Cuando accedió sigilosamente a la terraza, tal y como acostumbraba, escuchó un cuchicheo apenas imperceptible que captó su atención... Y así, escondido tras la tupida cortina de paños en forma de sábanas o toallas que pendían de aquel tendal, descubrió epatado los escarceos lujuriosos de aquellas jovencitas..., y el hecho de que una de ellas fuera su prima, a la que quería con locura hasta el punto de estar prendado de su acontecer, no hizo sino aumentar su pasmo hasta lo indescriptible.

No se sabe muy bien cuánto tiempo estuvo solazándose con lo que estaba viendo, pero lo cierto es que permaneció completamente inmóvil, hasta el punto de que solo aumentaba la apertura de sus ojos, y quizás de su boca, que por momentos notaba salivar, a medida que las jóvenes evolucionaban hacia territorios cada vez más tórridos.

El calor de la noche ayudaba a apreciar el espectáculo, la luminosidad de la noche hacía que sus protagonistas deslumbraran, el silencio de la noche sólo roto por algún que otro crepitar impactaba, y la belleza de las jóvenes en pleno devenir carnal, no hacía sino acentuar el morbo de una escena mágica que Jaweed empezaba a cuestionar que fuera real.

Y fue justo entonces, cuando un ensordecedor cántico lo envolvió todo... Se trataba de la primera llamada a la oración del día, que se produce alrededor de hora y media antes del amanecer, y que escupía decibelios por doquier desde unos potentes y estridentes altavoces situados en el minarete contiguo a la terraza del Riad...

El Al-adhan, como llaman por allí al cántico de la llamada a la oración, tiene como objetivo cambiar el foco de los sentidos mundanos y recordarnos que somos criaturas de Dios, al que debemos atención al menos unos minutos al día... Y vaya si captó la atención de los protagonistas y espectadores de platea de aquel ensordecedor y acongojante espectáculo...

Los caracoles, que pese a no tener oídos perciben perfectamente las vibraciones a través de su acuoso cuerpo, se replegaron en décimas de segundos poniéndose a buen recaudo dentro de su caparazón...

Alicia y Faatin, que en ese momento tomaban la cumbre de su ardiente momento, cuando se encontraban cuerpo contra cuerpo; entrelazando sus piernas como si de un lazo carnal se tratara; hincando muslo contra vulva; clavando los dedos en el cuerpo de la otra a modo de una zarpa que no está dispuesta a soltar su presa... quedaron petrificadas mientras su aliento pasó de borboteante a gélido por momentos.

Por su parte, Jaweed, al que el estruendo en forma de oración le pilló prendido de unas sábanas colgadas en el tendal, como para sujetar su amalgama de turbaciones, dio un salto hacia atrás provocado por el sobrecogimiento, que acabó dando al traste con los ropajes suspendidos y poniendo en clara evidencia su presencia allí... Vamos, pillado in fraganti en su infantil ejercicio de voyeurismo...

El transcurrir de aquella atronadora plegaria sujetó el reloj durante unos segundos interminables en los que todo se paralizó, en los que todo permaneció congelado pese a la calidez física y emocional de la situación, en los que ninguno de nuestros protagonistas sabía qué hacer, cómo reaccionar, en que agujero meterse... y la duda es... ¿Se rompió la magia del momento, o ese momento fue mágico...?


Ella



No era solo porque se tratara del día más triste del año, el tercer lunes del mes de Enero, resultado de una estúpida ecuación cuyos valores pasan por el clima, el nivel de deuda, el tiempo pasado desde la Navidad, el tiempo en el que fracasan nuestro propósitos de año nuevo y nuestra motivación; ni porque su ánimo estuviera por los suelos, a los niveles más bajos desde hace años; ni porque todo a su alrededor pareciera rancio, monótono, vetusto, sin gracia... Era por ella...

Sergio permanecía callado, pensativo, taciturno, malhumorado, mientras escudriñaba la estancia en la que languidecía... Se trataba de un gran salón en una vieja casa de campo, imbuida de desconsuelo... muebles de madera castellana recia, sofá y sillones de cuero raído, una lámpara de pié de forja torcida, una gran chimenea y sobre ella, una cabeza disecada de ciervo con unas astas gigantes que parecía observarlo todo... 

Y allí, inmóvil, sentado en uno de aquellos desvencijados sillones, con el polvo dominándolo todo, y sin perder de vista aquella cabeza de ciervo al que él mismo había dado caza varios años atrás,  Sergio se esforzaba por traer a su cabeza recuerdos de lo más variado, con el único fin de no recordarla a ella.

Pensaba en su niñez, y en uno de sus juegos preferidos, que consistía en la caza, cría y observación de caracoles... Le tranquilizaba recordar la parsimonia de aquellos animalillos, que avanzaban babeando sobre una hoja de lechuga depositada en una caja de cartón, y que apenas hacían nada en la vida salvo desplazarse lentamente y comer, para replegarse y esconderse en su cascarón si sentían alguna amenaza... Y recordaba su capacidad de reacción, especialmente cuando tocaba con la punta de su dedo el extremo de uno de sus cuernos, provocando su repliegue en milésimas de segundo, una agilidad que contrastaba con la dilación de todos sus movimientos.

Tanto llegó a apasionarle el devenir de aquellos moluscos terráqueos, que terminó estudiando  todo lo relacionado con la helicicultura, y con los años se convirtió en uno de los mayores expertos en la materia, llegando a construir la mayor granja de cría y engorde de caracoles del país, con la que obtuvo pingües beneficios, no solo con la carne caracol que distribuyó entre los mejores restaurantes del país, sino también con la cuantiosa baba de estos bichos que facilitaba a laboratorios de cosmética y con la venta de sus huevos, que recogía con paciencia para comercializarlos como "caviar blanco" a unos precios desorbitantes.

Antes de que ella se impusiera en su mente de nuevo, Sergio consiguió traer a su cabeza sus épocas de fiestero, sobretodo aquellos años en los que, ya de mozalbete, se desplazaba cada año a Pamplona por San Fermín para correr los encierros... Sin saber porqué, le había encontrado especial gusto a galopar frenéticamente con un pañuelo rojo al cuello, delante de aquellos enormes animales, soltando adrenalina por doquier al sentir cerca sus pitones. 

Sergio recordaba que todos los buenos corredores tenían miedo... y si alguno de ellos no sentía pavor al verse cerca de varios morlacos de 600 kilos sueltos, con aquella impresionante cornamenta por delante, es que era un inconsciente. Y la falta de consciencia no era un rasgo propio de un buen corredor. Sergio sabía que lo importante era controlar el pánico, y eso es lo que hacía... entonces, y ahora que no estaba ella.

Tanto se empapó de la cultura taurina, que con el tiempo hizo sus pinitos como matador, y como no le fue muy bien en la disciplina, tras algunos revolcones con cornada incluida, terminó abandonando para terminar creando su propia ganadería de toros bravos, con la que consiguió encaramarse en el negocio de la lidia, consiguiendo que algunos de sus astados fueran indultados en la Ventas, por nobles... De aquellas, vivió momentos de lujo, gloria y oropel, que compartió con ella... esa misma que ahora no estaba.

Y de esa manera regresaba ella a su memoria, ligada a los buenos momentos, envuelta en relumbrón, plena de una alegría que entonces le hizo disfrutar, pero que ahora le estaba llevando a la desesperación... y por eso tenía que alejarla de sus pensamientos...

Y para conseguirlo, siguió repasando los momentos más gloriosos de su devenir... como cuando, ya en su madurez, se convirtió en un amante de la cinegética... empezó abatiendo liebres y perdices, pero enseguida la caza menor se le hizo pequeña y se pasó al mundo de la caza de venados.

Puede parecer que es fácil cazar venados, pero son animales muy inteligentes, que  pueden sentir aromas y olores desde larga distancia, y los cazadores deben utilizar un montón de artimañas para pasar desapercibidos, como usar jabón sin perfume o no usar suavizante en la ropa.

Sergio llegó a convertirse en todo un experto en la caza del venado, que realizaba en batida, en montería o en rececho; aunque destacó especialmente en esta última modalidad de caza  selectiva, que busca abatir los venados con mayor trofeo, es decir, aquellos ejemplares que están ya en decadencia o muy próximos a la vejez, que se manifiesta en el tamaño de sus cuernas.

Y aquel, cuya cabeza embalsamada presidía su salón sobre la chimenea, había sido su mejor pieza, la más vetusta, la más admirada, la más difícil de abatir, la que contaba con una cornamenta más desmesurada...

Y allí estaba él, repanchingado en su vetusto sillón, apurando un vaso de whisky, amontonando colillas en un gran cenicero de barro, mirando de reojo aquella testa que sujetaba aquellas ramificadas cuernas y, tras haber tratado de evitarlo todo el tiempo, pensando en ella, aquella miserable a la que había dado todo y le había pagado así... 

Aquel hidalgo...



La nuestra es una era esencialmente trágica, y es por eso que solemos negarnos a tomarnos la vida trágicamente... y sino que se lo pregunten a Felix, aquel hidalgo moderno que tanto me hizo pensar en su momento, que conquistó mi curiosidad hasta límites obsesivos, que trasformó en cierta manera mi devenir, que consiguió cambiar en parte mi forma de ver la vida, que hizo que aprendiera a convertir lo fugaz en constancia y lo azaroso en sutil... y que hoy, tras muchos años, permanece en mi memoria como una lección de vida que sin duda reconfiguró mi concepción de la tragedia.

Esta historia, real por otra parte, sucedió a mediados de los años 80, bien pasadas tres décadas, momento en el que con la curiosidad a flor de piel yo no era más que un estudiante llegado desde provincias a la capital para estudiar una carrera universitaria, cosa que no mucha gente podía hacer con holgura económica en aquella época, de tal manera que acabe viviendo en una buhardilla de una vieja finca del centro de Madrid con otros estudiantes de mí misma condición, con los que compartía estrecheces y la búsqueda de soluciones más o menos ingeniosas para sobrevivir a las mismas.

El factor "comida" constituía entonces uno de los principales gastos, para el que encontramos algunas alternativas, entre las que sin duda destacó el descubrimiento de una "casa de comidas", que así se llamaba entonces a los restaurantes de batalla, y que se convirtió en uno de nuestros centros de referencia gastronómica, con ventajas muy por encima de los actuales restaurantes con "menú del día".

Aquel lugar se llamaba "Casa de Comidas Pez" y estaba, como no podía ser de otra manera, en la calle del Pez, una de las más emblemáticas del centro madrileño ya por aquella época. Aquello era un delirio de actividad y ambiente... Basaban su modelo de negocio en ofrecer comida muy barata, con tan solo primero, segundo y postre... con agua del grifo en jarra para beber y, por supuesto, ni hablar del café, que eso significaba sobremesa, y la idea era que te levantaras enseguida para dejar sitio a otros comensales.

Por un muy módico precio de 275 pesetas de la época, podías tomar un estupendo primer plato basado en verduras o legumbres en una buena cantidad y cocinadas en una gran perola, a modo de rancho militar... un segundo plato sin estridencias, básicamente pollo, cerdo o pescado, siempre con un poco de lechuga o patatas fritas frías... y una pieza de fruta como postre, y ni hablar de un típico dulce al uso como flan o natillas...

Pero si estrecho resultaba el menú, no lo era menos el entorno. Aquel local estaba conformado por grandes mesas rectangulares rodeadas de bancos sin respaldo si estos estaban contra la pared, y sillas de formas y materiales variados si se trataba del otro lado; por su puesto sin mantel, y con una característica hoy difícil de asimilar salvo en lugares postmodernos o comedores universitarios: allí, las mesas se compartían, o sea, que no ocupabas mesa, sino un puesto o lugar en la mesa.

A eso había que unirle un modo de pedir la comanda poco edificante, ya que nadie te daba una carta, sino que tenías que haber elegido antes de tomar asiento entres tres únicas opciones para cada uno de los platos, para cantárselo al camarero, que te respondía con bastante estridencia: "marchando uno de macarrones y otro de pollo con patatas...", para encontrarte con bastante inmediatez tu plato en la mesa, pero depositado de forma poco ortodoxa, o sea, como arrojado...

En medio de todo aquel caos, los estudiantes nos encontrábamos en nuestra salsa, compartiendo mesa cada día con alguien distinto, comentando la jugada en medio de un barullo ensordecedor, sintiendo que todo era efímero pero que formaba parte sin remedio de un día a día que nos correspondía, disfrutando de grandes cantidades de comida que llenaban nuestros estómagos a cambio de pequeñas cantidades de dinero...

Y en medio de ese caos de esa clientela, estaba Felix, un personaje que con toda seguridad hoy  encasillaríamos como algo muy parecido a un "friqui". Felix era un tipo adulto, es decir, sin ser anciano, tenía ese toque de madurez que dan los años y las experiencias vividas a lo largo de ellos... Cincuenta y tantos años diría yo, pero de aquella época en la que la gente parecía un poco más mayor... 

Se trataba de un tipo enjuto, con la cara muy, muy fina... Con una barba ni muy larga ni muy corta pero muy bien cuidada, de esas que los hipster utilizan ahora con asiduidad. Tenía la mirada triste pero cálida, los ojos caídos pero vivos todavía, el pelo absolutamente repeinado y la nuez y los nudillos de las manos muy prominentes. 

Vestía de forma muy elegante pero fuera de contexto, con ropa de calidad pero muy usada, hasta el punto de que tanto los cuellos como las mangas de sus camisas y chaquetas estaban normalmente raídas. En ocasiones llevaba accesorios como pañuelos o corbatas que denotaban unas formas auténticamente refinadas, más allá de lo sobadas que pudieran llegar a estar o de la falta de adecuación a la moda del momento. Eso por no hablar de su abrigo favorito, o casi único se podría decir, que cuando llegaba el invierno, llevaba cada día como si de un uniforme de batalla se tratara.

Pero lo que más me impresionaba eran sus ademanes. Tenía una formas cuidadosas, hasta melodiosas diría yo. Su forma de llegar y preguntar si la silla estaba libre me cautivaba hasta el punto de que cada día intentaba que hubiera una silla libre cerca de mi que intentaba custodiar para él sin que se notara demasiado. 

Tras preguntar de una forma hiper educada, tomaba asiento y posición con unas maneras que me impactaban. Doblaba cuidadosamente su abrigo por la parte del forro para colocarlo sin una arruga sobre el respaldo de la silla, se sentaba metiendo su trasero contra el respaldo de esa silla acentuando su posición erguida, colocaba los cubiertos que previamente le había lanzado el camarero con una precisión irreal en aquel lugar, doblaba la servilleta de papel justo por la mitad, como si de un trabajo de papiroflexia se tratara, y esperaba a que llegara el camarero para pedir su vianda, siempre por favor y con una leve sonrisa.

Cuando el camarero le arrojaba el plato en la mesa, sin inmutarse lo colocaba siempre exactamente en el centro de los cubiertos ya colocados, y tras santiguarse, cogía esos cubiertos con una delicadeza que me maravillaba para empezar a comer con una elegancia que obviamente contrastaba sobre manera con la forma en la que engullíamos la comida prácticamente todos los demás.

Apenas hablaba, pero no era antipático. Contestaba ante cualquier conversación que se producía más o menos sin sentido, pero sin dar excesivos detalles. Su conversación era culta, pero hacía falta rebuscar para encontrarla entre tanta tontería que allí se escuchaba. Nunca se convertía en protagonista de situación alguna, ni hablaba sobre su vida o sobre su obra y milagros, por mucho que algunos le interrogáramos en ocasiones.

Simplemente acudía allí, repetía su rutina, compartía comida con quien tocara y mantenía su tono triste sin perder nunca las formas. No puedo contar las veces que intenté sacarle de esa dinámica, provocarle para que variara sus modos, interrogarle para que explicara su vida, se explayara sobre su origen, expusiera su devenir... Y nunca llegue a conseguirlo...

Durante casi un año, a días alternos, deseaba acudir a comer a aquella "casa de comidas" en parte por necesidad, en parte por escudriñar a Felix, por tratar de entender en qué mundo vivía, de dónde procedía, cuál había sido su experiencia laboral, o creativa, o vital... Saber si tenía o había tenido familia, qué relación tenía con sus allegados...

Pero nada, fue imposible. Su hermetismo pudo con mi insistencia y mi pretendida habilidad para empatizar con la gente o sacar de ella lo más profundo. Solo entendí que aquel hombre había pasado por algo difícil, algo tremendo que solo él conocía...

Le di muchas vueltas a aquello, incluso cuando desapareció y sin saber cómo ni porqué, dejo de acudir... Nunca supe si huyó, si se suicidó, o simplemente decidió cambiar de rutina... y todo aquello me sirvió para pensar, para analizar y cuestionar todo lo humano, para tratar de comprenderme a mí mismo a través de aquel personaje...

Fue entonces cuando llegue a la conclusión de que la nuestra es una era esencialmente trágica, y es por eso que solemos negarnos a tomarnos la vida trágicamente... 

La egocéntrica



-Hola buenos días, ¿qué tal fue el fin de semana?

-Hola, pues todo fue bien... y tú, ¿qué tal?

-Pues nada, un poco fastidiado, salí al campo a pasear y me retorcí el tobillo...

-Que fastidio, yo sé lo que es eso... a mi hermana le pasó hace seis meses y le tuvieron hasta que escayolar, la pobrecita no podía caminar, ni hacer nada, y a mí que me tocó estar pendiente de ella..., ahora, que lo hice a gusto, porque ella siempre se preocupa por mi, y fue como una forma de corresponderle porque siempre está pendiente... como cuando a mi niña le operaron de anginas y ella estuvo quedándose con ella hasta por las noches, porque yo tenía una temporada malísima de trabajo...

-Si, si, claro... pues nada, a ver si hablamos un poco del Proyecto Esfera que tenemos que desarrollar conjuntamente...

-Ya, pero ahora no puedo... tienes que perdonarme, pero es que se me ha acumulado todo el trabajo y no tengo tiempo para nada... imagínate que tengo que preparar todas las notas relacionadas con la Liga Interna, y luego tengo que hacer un calendario lógico de difusión, y previamente tengo que hacer el cuestionario para lanzar una encuesta en la que preguntemos al personal sobre su opinión sobre cuestiones como...

-Si, si, me hago cargo... pues nada, cuando tengas un rato ya me dices y lo hablamos...

-Te lo agradezco, siempre eres muy comprensivo... no como otros, que siempre están intentando tirar por tierra lo que yo hago... Claro, tienen que ganarse el favor de la jefa, y no saben como hacerlo, cuando en realidad es bastante fácil... Solo hay que entender lo que quiere, que muchas veces no es fácil, pero yo la entiendo perfectamente, porque me muevo en sus mismos parámetros y eso es una gran ventaja... imagínate que no desarrollas tu actividad en la misma linea creativa que tu jefa, pues todo se convierte en un fastidio, y eso es lo que trato de evitar continuamente...

-Si, si, pero vamos a dejarlo estar ahora, a ver si puedo avanzar algo en mi parte del trabajo...

-Ya, pero no dejes de tenerme informada, porque es la única manera de que los proyectos salgan adelante, con coordinación y armonía... imagínate si cada uno fuéramos por nuestro lado, nada estaría en su punto óptimo, porque cada uno tenemos que aportar nuestra visión, y sinceramente, creo que yo soy capaz de aportar una verdadera visión corporativa, ya que mis muchos años de experiencia en la materia y, además, mi relación especial con la jefa, hacen que todo fluya mucho mejor y que los pasos que vayamos dando sean los más acertados para no encontrarnos con situaciones que luego se conviertan en problemas...

-Si, si, entiendo... permíteme ver mis e-mails para ver si hay algo urgente...

-Eso, mira a ver, que lo que realmente interesa es sacar para adelante lo urgente, porque lo que no es urgente siempre puede esperar... Sabes que yo siempre lo hago así, aunque también es verdad que no hay que descuidar lo menos urgente, porque gestionar consiste en jerarquizar y actuar primero sobre lo que es realmente importante, aunque sin dejar de atender lo que no lo es, porque si no quedarían cosas atrás que podrían llegar a olvidarse, y eso es algo que no podemos permitirnos en un departamento como el nuestro... y si no que le pregunten a la jefa, que siempre dice que...

-Si, si, perdóname, pero tengo que ir al baño...

-Pero si acabas de llegar, a ver si vas a tener cistitis... a mi suegra le pasó y la verdad es que la muy bruja lo pasó fatal... todo el día orinando, era hasta gracioso... lo coñazo es el tratamiento... imagínate, le dijeron que el tratamiento para las infecciones de orina es muy complejo y puede no dar resultados inmediatos, y si se lo dijo el doctor Ochoa, que es de lo mejorcito en la materia, que nos lo recomendó mi amiga Paqui, entonces no hay ninguna duda... nos contó que el tratamiento puede incluir desde la prescripción de distintos tipos de fármacos hasta una planificación ajustada de cambios en la dieta... y además tuvo que acostumbrarse a otras medidas complementarias, como actividad física moderada para trabajar el fortalecimiento de la vejiga... y con lo gorda que está, imagínate...

-Si, si, pobre, pero déjame ir al baño, anda, que no me aguanto...

-Claro, vete ya, que no quiero que te pase como a mi tía Brígida, que la pobre tenía incontinencia urinaria, y de vez en cuando se lo hacía encima, con lo molesto y vergonzoso que eso puede llegar a ser...

-Por fin solo, que a gustito, aquí en el urinario, miccionando tranquilamente, en el baño de los chicos, librándome por el momento de esta grulla egocéntrica...

-¡Aahh...!!!  ya estás de vuelta... oye he estado pensando que puedo pasarte el teléfono del doctor Pardo, te aseguro que es de lo más reputado que hay por ahí en tema de urología, que es el que trató a mi marido cuando le detectaron problemas en la próstata, y el hombre era muy amable y dicen que de lo mejorcito que hay, y a mi marido le fue de maravilla con él... Es padre de una niña de la clase de mi hija, y coincidimos en las reuniones de la asociación de padres, y el señor es de lo más correcto y está muy preocupado por la educación de sus hijos...

-Si, si, dame el teléfono, que le voy a llamar a ver que me dice...

-Ya, claro, no tengo el teléfono de su casa... solo tengo el de la consulta, pero no pasa nada, puedes hablar con Clara, la enfermera que es la que te coge el teléfono, pero no le digas que llamas de mi parte, porque tuve una agarrada con ella..., imagínate que la llamé con urgencia cuando el tema de la próstata de mi marido, y me daba cita para dentro de una semana, cuando ella mejor que nadie sabe que eso es muy urgente... y la verdad, es que le dije de todo, que se habría creído ella...

-Si, si, pues nada, dame el teléfono de la consulta que yo hablo con la recepcionista y le explico sin decir que soy tu compañero de trabajo...

-Pues... pues mira, ahora no lo tengo aquí, pero no te preocupes, que mañana te lo traigo, que lo tengo que buscar esta noche cuando llegue a casa...

-Si, si, pero no te preocupes, que no creo que sea urgente...

-No, seguro que no..., ahora lo que es urgente es que nos pongamos a trabajar sobre el Proyecto Esfera, que veo que la jefa acaba de enviarnos un e-mail preguntando sobre como va, y ya le he contestado que estamos en ello, y que te había dicho que teníamos que juntarnos para hablar de ello y coordinarnos... así que cuando quieras nos reunimos para verlo... pero ahora tienes que darme un poco de tiempo, porque tengo que enviar las notas de la Liga Interna que te comenté antes, y con tanto lío, no he tenido margen para ponerme a ello, y tienen que salir cuanto antes, porque si no se va a la porra el calendario que todavía tengo que planificar...

-Si, si, claro, claro... ahora vuelvo...

-Pero, ¿dónde vas ahora? ¿otra vez al baño...?

Almuerzo en familia



-Bendice Señor estos alimentos que vamos a tomar por tu misericordia, y bendice a quienes los han preparado, da el pan a los que tienen hambre y hambre de justicia a los que tienen pan. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor... Amén.

... Y tras esas palabras que siempre repetía aún conociendo cierto desdén por parte de la mayoría de la familia, Miguel Ángel daba por iniciado el proceso del almuerzo en familia, sobre todo teniendo en cuenta que este era uno de los pocos días en los que se reunía toda la familia con cierto orden y concierto.

Miguel Ángel era un tipo conservador, bastante religioso, aunque no había llegado a abrazar los designios de la Obra. Trabajaba como director de operaciones en una gran empresa de transporte y a duras penas había ido llevando por el carril que él creía más adecuado a su familia. Era hombre de costumbres, y siempre intentaba imponer ciertas rutinas que creía fundamentales... y un almuerzo en familia, sin televisión, y con una formalidad que rayaba lo decimonónico, era una de esas rutinas que él intentaba que fueran, al menos, semanales.

-Buenos hijos, contadme como os ha ido la semana, ¿habéis tenido muchos exámenes?... Juan, no empecemos a jorobar ya... ¿Con quién hablas ahora por teléfono...? Bueno, hablar o chatear, o lo que sea...

Juan es el hijo mayor de esta atribulada familia, tiene 23 años y está terminando la Carrera de Informática, que lleva perfectamente con unas notas estupendas. Pero lo que destaca en él es que se ha convertido en una especie de friki de los aparatos tecnológicos y se pasa el día chateando con sus compañeros de Universidad sobre proyectos a veces fantásticos, pero en ocasiones atolondrados... Ahora estaba en medio de un proceso creativo con su grupo más cercano y no podía parar...

-Perdona papá, pero es que estamos con un programa muy complejo y necesito explicarles a mis compis cómo programar un código fuente que evite la introducción de un gusano, y solo yo tengo los comandos que necesitan, y los necesitan para ya...

-Ya, pero... Oye, Laura, sabes de sobra que no puedes conectar con tus amigas cuando estamos en la mesa...

Laura es la típica adolescente insoportable... Con 16 años, vive para y por sus amigas, y amigos, todo hay que decirlo... Pero ahora está más obsesionada con el grupito de amigas que forman una pandilla ideal de niñas súper monas, súper pijas, pero sobre todo, súper conectadas. Es muy mona y estudiosa, y tiene cierto carácter, pero en este momento ha sucumbido al grupo y no puede pensar en otra cosa.

-Jo, lo siento papá, pero si no contesto esto ahora me voy a quedar fuera de juego... Vamos a ir a una fiesta esta noche, a la que mamá me ha dado permiso para acudir, que quede claro, pero es muy importante que nos pongamos de acuerdo en qué nos vamos a poner, porque si no puedo hacer él ridículo... y seguro que tú no quieres que tu hijita haga el ridículo... ¿a que no...?

-Claro que no hija, pero podías aplazar esta tremenda decisión para después del postre, ¿no te parece?... Albertito, leñe, deja ese aparato ahora mismo...

Albertito era el benjamín de la familia... Se trataba de un crío de 10 años, muy espabilado, con una larga melena que ponía de los nervios a su padre y le hacía discutir a menudo con su esposa, y que sin serlo tenía bastantes puntos para ser hiperactivo... Admiraba a su hermano y sus cuitas informáticas, y trataba de emularle dándole fuerte a los videojuegos... En realidad era un crack de algunos videojuegos...

-Perdona papá, pero es que estoy compitiendo con gente de otros países lejanos y esta es la hora de la prueba final... Me he preparado mucho para ser bueno en este juego, y ahora no voy a fastidiarla por no responder cuando tengo que responder... Además, que sepas que voy casi ganando, y me ha costado mucho llegar a esta puerta... Porfa, déjame seguir, que si no perderé todo lo que he conseguido hasta ahora...

-Así no hay manera, Aurora, tienes que hacer algo... Pero Aurora, deja el móvil, por favor, que ese no es precisamente el ejemplo que hay que dar, y lo sabes...

Aurora es bastante más moderna que su marido aunque podría no parecerlo... Se ha pasado la vida criando a sus hijos, sacrificándose por ellos y sin trabajar, lo que ha hecho de ella una típica mujer insulsa, que se dedica a quedar con sus amigas para asuntos ociosos, una vez que los críos han demostrado que tienen vida propia y pasan bastante de ella, incluso el pequeño, al que trata sin éxito de controlar un poco más...

-Perdona papá, pero es que esta tarde he quedado con mis amigas para acudir a aquel evento del que te hable... Si, si, el que organizaba aquella ONG de mi amiga Lourdes, la mujer de José Luis, y que recauda alimentos para los niños necesitados, y estamos organizándonos por Whatsapp para ver qué hemos que hacer y llevar cada una... Tranquilo que enseguida acabo...

-Joder Aurora, así no avanzamos nada, te entiendo perfectamente y sé que estás volcada con esta ONG, pero en la mesa no... que sabes que lo llevo fatal... Pero Doña Brigida, usted también, no me jorobe hombre...

Doña Brígida era la suegra de Miguel Ángel. Era una señora, muy señora, viuda de un juez de alto copete, que quería vivir sola, pero habían decidido que no era lo más prudente debido a que en ocasiones se le iba la cabeza... Tenía un grupo de amigas con las que salía a jugar a las cartas en el Casino de la ciudad, y había descubierto hace poco que con un sencillo smartphone podía conectar con ellas, más allá de su tarde de juego...

-Perdona hijo, sé que esto te lleva los demonios, y lo entiendo... Yo misma no lo entendía hasta hace unos días... Pero este grupo de chaladas que son mis amigas han decidido que conectemos así para quedar, y no me ha quedado otra que comprarme un teléfono moderno de estos, para no perder comba... Y claro, me estoy haciendo con él y no te creas que es nada fácil...

-Oscuas, esto es lo último... Hasta Doña Brígida ha decidido pasar de todo y boicotear la comida familiar... Que yo sé que no lo hacéis a posta, pero esto no puede ser... Dejadlo ya, por favor... Cortad todos el puñetero aparato...

-Si papá, ahora mismito...

-Ya, pero aguanta un segundo que contesto esto...

-Jo, papi, un minuto que solo me queda una prueba...

-Ya, ya, llevas razón, pero ahora no puedo dejarlo, espera que conteste esto solo...

-Vaya por Dios, ahora que le tenía cogido el truquillo...

-Se acabó, no estoy dispuesto a soportar esto...!!!

Entonces Miguel Ángel se levanto de la mesa, cosa que nunca hubiera hecho en pleno segundo plato, y se fue al despacho donde tenía un arma secreta, un aparato que un día decidió comprar por Amazon después de una comida parecida a esta... 

Se trataba de un inhibidor de frecuencia, de los que usan las fuerzas de seguridad, y que él había conseguido gracias a la recomendación, previa consulta, de la gente del área de informática de su compañía. Le había costado un poco caro, pero estaba convencido de que merecía la pena, aunque por prudencia no lo había usado todavía...

Lo encendió, y se volvió a incorporar en la mesa, con una sonrisa de oreja a oreja que desconcertó a los suyos, que al principio no relacionaron sus problemas de cobertura con el hecho extraño de que el progenitor se hubiera levantado de la mesa...

Entonces fue cuando Miguel Ángel repitió de forma lacónica, con una sonrisa contenida, y como si de un deja-vu se tratara, aquello de...

-Bueno hijos, contadme como os ha ido la semana, ¿habéis tenido muchos exámenes?...

Compre ya su "Mascotrans"



¿Se siente solo y necesita de una fiel compañía?¿Quiere solucionar de una vez por todas sus problemas de transporte urbanos e interurbanos?¿Le gusta sentir el placer de volar con total seguridad por un módico precio?... Si es así,  solo tiene que adquirir su "Mascotrans", el más cómodo, ágil, económico y eficaz medio de transporte personal que pueda imaginar y que, además, puede convertirse en ese gran amigo leal y fiel que todos necesitamos.

En la antigüedad, animales como los caballos, los burros, los renos y hasta los perros, cumplieron una función fundamental para todas aquellas personas con necesidades de desplazamientos largos y cortos, en las condiciones más extremas...

Sin embargo, diversas dificultades logísticas, la lentitud en los desplazamientos y la aparición de nuevas tecnologías aplicadas al transporte, acabaron por erradicar la utilización de este tipo de "amigos" de los hombres para tareas de este tipo, quedando relegados a meras funciones de acompañamiento.

Pero esta época ha terminado. Los avances biológicos de los últimos años y la necesidad imperante de encontrar un medio de transporte absolutamente personal, económico, fácil de manejar hasta para un niño, y funcional, han dado como resultado el "Mascotrans", la nueva forma de viajar que va a revolucionar el futuro de la humanidad.

"Mascotrans" es el nuevo concepto de mascota transporte apto para casi todas las edades. Se trata de una mascota pequeña, del tamaño de un "ponny" o un caballo enano, con la fuerza de un león, la velocidad de un guepardo, la agilidad de una anguila, capaz de volar inmediatamente como un águila, con la autonomía de un camello, y que consume poco mas que un pequeño pájaro.

Esta diseñado ergonómicamente para adaptarse a las características físicas de cada propietario y proporcionar una experiencia de viaje muy cómoda. Es apto para dos personas, y ante la suavidad de sus movimientos y la seguridad de sus diversos modos de desplazamiento, no es necesario usar casco para manejarlo, mientras que tan solo son necesarios dos días de entrenamiento para dirigirlo con destreza.

La "Mascotrans" cuenta con diversas posibilidades de uso. Desde el modo tierra, en el que su utilización es similar a la de los antiguos caballos, aunque con fuertes sujeciones debido a la gran velocidad que puede alcanzar; hasta el modo acuático en el que navegará como si de un pequeño barco se tratara impulsado por unas aletas especialmente diseñadas por los más prestigiosos biólogos marinos; pasando por el modo aéreo, gracias a sus grandes alas totalmente desplegables, que le permitirá elevarse en un tiempo récord y volar suave y rápidamente en cualquier condición climatológica. Y eso por no hablar del modo paseo, mediante el cual se podrá avanzar lentamente, con la cadencia elegida, proporcionando al usuario un vaivén muy placentero.

Se puede elegir el tamaño, la forma, el color e incluso el diseño de su piel, con lo que se trata de una mascota absolutamente personalizable adaptada a cualquier tipo de usuario.

Si a todo esto le unimos su escaso consumo, ya que apenas come unas escasas porciones de un pienso compuesto especial que lleva almacenado en un lugar adaptado de su grupa y disponible en cualquier estación de servicio a un módico precio; su fácil mantenimiento, que le hará acudir solo una vez al año al veterinario para revisiones ordinarias; y su capacidad de autolimpieza, al contar con hábitos inculcados que le permiten llevar a cabo su aseo diario fácil y eficazmente, al modo de como hacen los gatos; nos encontramos con que el "Mascotrans" es su mascota de transporte definitivo.

El problema del Parking no será tal, y ya estamos hablando con las autoridades de las grandes ciudades para crear una serie de aparcamientos especiales con todas las comodidades para su "Mascotrans". Su mascota le podrá dejar en su lugar de destino final y luego desplazarse sola hasta estos aparcamientos donde podrán comer, descansar e incluso jugar, por un módico precio, más económico que los actuales parkings. Una señal de llamada desde su smartphone avisara a su mascota para que acuda a recogerle cuando lo desee.

Uno de los problemas sociales más generalizados provocado por este tipo de mascotas es la limpieza de sus defecaciones, que en tiempos supuso un gran quebradero de cabeza para ciudades modernas como la española Sevilla, y sus populares "coches de caballos". El control de la alimentación de las "Mascotrans" y un proceso de digestión totalmente monitorizado hace que sus heces no huelan ni molesten, pudiendo ser depositadas en pequeños depósitos ocultos bajo la tripa del animal.

Otro de los elementos que hacen del "Mascotrans" el medio de transporte definitivo es el concepto de fidelidad hacia su propietario. Con unas pequeñas técnicas, es muy fácil crear una relación de complicidad entre la mascota y su propietario, que posibilitará una equilibrada y duradera amistad. Además, los padres de familia podrán adiestrar a las mascotas de sus hijos para que estas participen de las labores de control de los mismos, garantizando de paso su seguridad.

La "Mascotrans" esta programada para no reproducirse, evitando de esta manera posibles inconvenientes para sus propietarios, y garantizando así sus servicios a cualquier hora del día. La vida media de esta mascota transporte es de 20 años, y ya hay previstas distintas técnicas biológicas para procrear de manera asistida nuevas "Mascotrans", con las mismas características físicas y emocionales que las anteriores.

Según afirma Domingo Pelayo, director comercial de Mascotas de Transporte S.A., sociedad Comercializadora de las "Mascotrans", "estamos ante una revolución en el mundo del transporte personalizado, que hará de estos animales no solo el modo para trasladarse más económico, rápido y eficaz, sino un compañero para el día a día que ayudará a sobrellevar la soledad que muchas personas sufren en la actualidad, de la mano de una mascota con la que podemos interrelacionarnos de las más variadas maneras".

Por todo esto y por muchas razones más, que cualquiera de nuestros comerciales puede explicarle, ya sea en nuestros puntos de venta, o a través de nuestra web virtual, con una prueba gratuita incluida, no deje de visitarnos y hacerse con su "Mascotrans": el modo de transporte personalizado que todos estábamos esperando.

El gran Atila



Aquel tipo era muy grande... Tan grande, tan grande, que no se encontraba, y eso era un pequeño problema para él...

No se sabe cómo ni porqué, el caso es que aquel hombre tenía unas dimensiones alejadas de lo normal... 

Cuando caminaba destrozaba todo lo que encontraba. No podía remediarlo, pero todo lo humano era tan pequeño para él que apenas si podía verlo, y si lo veía, no alcanzaba a interpretar lo que significaba para el pequeño mundo que se extendía bajo su enorme cuerpo... Hasta tal punto esto era así, que los que le sufrían decidieron denominarlo Atila, por aquello de que por donde pasaba era difícil que volviera a crecer la hierba, y en este caso por razones obvias.

Digamos que un día caminaba por ahí, descalzo porque no encontraba la manera de encontrar material adecuado para fabricarse unos buenos zapatos, cuando de repente sintió que algo pinchaba la planta de su pie causándole una ligera molestia, un picotazo desagradable pero nada destacable... Cuando se agachó para ver que cosa había causado ese dolorcillo al que se hubiera podido denominar "china" en el zapato si tuviera zapato, pudo comprobar que la causante de la molestia era una pirámide de las de Egipto, de esas que tantas horas y horas de trabajo humano y esclavo habían supuesto en la antigüedad...

Como algo de "pupa" si le hizo, como si tal cosa se acercó a una gran balsa de agua cercana, que vislumbró no demasiado lejos, para meter allí sus pies y aliviar su pequeño dolor... El camino fue agradable, porque todo lo que pisaba era arena... es decir, la arena de aquellos extensos desiertos de Oriente Medio, que a aquel grandullón se le hicieron como si de una playa se tratara... eso si, una playa del mar Mediterráneo, que era justo la balsa, o piscina, o lago natural que él había visto y en el que remojó sus pies aliviado.

De vez en cuando se acercaban a él patrullas de aviones de los ejércitos de los pequeños países cercanos por los que pasaba, aviones tipo caza que le disparaban misiles o helicópteros tipo Tigre que intentaban apercibirle sin éxito... E incluso pequeños helicópteros con periodistas que grababan sin parar imágenes para los programas televisivos... Pero para él eran poco mas que insectos que sólo molestaban, y de los que se libraba con ligeros manotazos... Claro que siempre había que tener en cuenta que sus manos eran del tamaño de seis campos de fútbol, por decir algo...

A veces se divertía tumbándose en el suelo, poniendo su boca a ras y soplando durante algunos segundos... Era entonces cuando se provocaban grandes huracanes que hacían volar todo lo que componía el mundo de los pequeños humanos... esos pequeños bichitos que pululaban por ahí y que eran absolutamente insignificantes para él... mucho más pequeños que una hormiga o una simple pulga para un humano...

En otras ocasiones daba grandes saltos dejando caer todo su cuerpo contra el suelo, y provocando una especie de temblores parecidos a los terremotos, que se podían sentir en varios kilómetros a la redonda... Todo un desastre para la zona pisoteada, donde todo quedaba aplastado y los terrenos devastados... 

Tan grande, tan grande era, que era relativamente fácil controlar sus movimientos desde el espacio... Las estaciones espaciales de la NASA tenían monitorizados todos sus movimientos, y la ventaja es que no hacían falta grandes aparatos telescópicos, ni tecnología de alta definición... con una simple mirada desde el espacio, se le podía ver evolucionar... Y saltar, y correr... Incluso se podía llegar a oír sus gritos que se expandían por el cielo en forma de ondas sonoras, reconocibles y aterrorizadoras...

El caso es que todo el mundo le temía, los gobernantes de todos los países y continentes se aliaban para protegerse de lo devastador de su deambular, los líderes religiosos llamaban a la oración para que el todopoderoso protegiera a la humanidad de su devenir, y los ejércitos de todos los países montaban cédulas de crisis para intentar si no eliminarlo, al menos alejarlo de su territorio...

Pero Atila era ajeno a todo este trajín internacional de aquel mundo insignificante para él... No sabia que había conseguido que todos los países, razas y religiones se reunieran en una organización mucho más potente que la ONU y la OTAN juntas con el único objetivo de eliminarle de la faz de la tierra... No era consciente de que por donde pasaba sembraba el caos y la destrucción... No entendía porqué, de vez en cuando, le molestaban picoteándole..., porque en realidad, daño no le hacían...

Su problema era otro, su problema no era ni terrestre ni planetario, su problema se le escapaba a toda esa humanidad minúscula que luchaba contra él... Su problema era que estaba muy triste porque estaba solo... 

Sólo con que alguien entendiera que necesitaba compañía, y algún científico descubriera como comunicarse con él por las buenas, casi todos los problemas se podrían solucionar...

Al final el gran Atila era muy, muy pequeño...

Microrelatos sobre Tendales




Soy un traidor


Siempre me inspiraron los tendales... un tendal es algo así como un bodegón capaz de trasmitir cientos de emociones..: libertad, volatilidad, frescura, limpieza, cotidaneidad, intimidad, organización, pulcritud, belleza, singularidad, paisaje, exclusividad... y tantas y tantas sensaciones que desfilan por mi existencia...

Adopté los tendales como religión... los vivo intensamente como expresión de lo que debe ser la convivencia... me enamoré de su plasticidad... me empapé de su sencillez... sentí el viento que los agita... noté su forma de pasar desapercibidos... me sumergí en su significado simbólico... amarré su cadencia... perseguí su imbricación con el medio... me recargué con la energía de su belleza... me convertí a todas y cada una de sus identidades... gocé con su belleza estética... me refugié en sus intrahistorias... me solacé con las miserias descubiertas...

Pero ahora me siento infiel... he traicionado todas esas sensaciones... he sido absolutamente desleal con tanta belleza... me he convertido en un infame total... he sido ingrato con algo que ha conseguido que afloren en mi tantas emociones...

He comprado una secadora.

La vida en la gran ciudad y todo tipo de condicionamientos han hecho que renunciara a tanta belleza colgada de una cuerda y optara por la tecnología para secar mi colada...

Me siento fatal...



La vaca blanca

Todo estaba absolutamente blanco... quizás porque la pureza imperaba en el ambiente, quizás porque la nieve lo había cubierto todo, quizás porque aquella ropa interior colgada de aquel solitario tendal había sido poseída por la lejía, quizás porque a la luz solar no le había dado tiempo a descomponerse en los variados colores del espectro... El caso es que el paisaje estaba vacuo, la mirada se volvía intensa, todo brillaba en mate, los sentimientos brotaban limpios, la calma respiraba calma... Lo cierto es que el blanco sobre blanco ofrecía un aspecto fantasmagórico, incluso cuando irrumpió aquella vaca blanca...



Esa cuerda

Esa cuerda que podría atar tantas libertades, que podría sujetar tantas ansias, que podría anudar tantos ideales... Esa cuerda raída que podría amarrar un barco a puerto, que podría izar una bandera, que podría empacar kilos de paja... Esa cuerda resistente que podría sacar agua de un pozo, que podría enlazar a un toro salvaje, que podría ser el suelo de un equilibrista... Esa cuerda se extiende ahora entre dos palos y sujeta la colada, perdiendo su tensión, sufriendo por el desaire...



Intimidad al aire


Intimidad al aire... esas prendas pequeñas y normalmente escondidas que tapan las vergüenzas cuelgan ahora de una cuerda sujetas por una vieja pinza dibujando una linea irregular sobre el cielo... tantos placeres ocultos, tanta pasión desenfrenada, tanto palpitar acelerado, tanto sudor empapado, tanto caer apresurado... ahora oxigenan su existencia, con discreción, pero al aire...



El palo y la cuerda


Esta es la historia de un palo y una cuerda. Ambos tenían una relación extraña basada en unas enormes diferencias estructurales que se desvanecían ante una apabullante complementariedad... Eran la rigidez contra la flexibilidad, la dureza contra la blandura, la aspereza contra la suavidad, la altivez contra el desdén... El palo y la cuerda sentían que algo podían hacer juntos, que algo podían aportar a la humanidad... pero ¿qué?... Mientras lo averiguaban, comenzaron un idilio durante el que la cuerda zigzagueaba alrededor del palo, que se mantenía siempre erguido. Más adelante, la cuerda se asió a un extremo del palo, pero cuando descubrieron que se habían convertido en látigo, lo dejaron. Luego lo volvieron a intentar improvisándose a si mismos en rudimentaria caña de pescar, pero tampoco estaban convencidos... Un día, cuando ya empezaban a desesperar, y veían su relación truncada, apareció por ahí otro palo... Tras los primeros recelos comenzaron a probar modelos de relación... y enseguida comprobaron que, en esta ocasión, el trío daba sentido a su existencia. La cuerda se amarró a cada uno de los palos por sus dos extremos, los palos se clavaron en el suelo, y tras un no fácil proceso de tensado, se habían convertido en un tendal dispuesto para albergar ropajes recién lavados en busca de sequedad... La cuerda y los dos palos habían encontrado sentido a su existencia juntos...